Club Nàutic Can Picafort: 75 años contra viento y marea

Pocos clubes náuticos han tenido una travesía tan complicada como el de Can Picafort, que este año celebra su milagroso 75 aniversario en pleno proceso de modernización y el que, sin duda, es uno de los momentos «más ilusionantes» de su historia. Decimos «milagroso», porque si uno se atiene a las vicisitudes vividas desde su fundación en 1949, no existe casi otra razón que explique su supervivencia. Y añadimos «ilusionante», porque la adaptación a la Ley de Puertos de Baleares ha derivado en un proyecto de remodelación que bien puede convertirlo en uno de los  centros náuticos de referencia en la Bahía de Alcúdia.

La trayectoria de esta pequeña entidad ubicada en el núcleo turístico de Can Picafort, dentro del término municipal de Santa Margalida, arranca con la audaz iniciativa de un grupo de veraneantes para convertir lo que era un simple escar situado en Es Clot de s’Aigo Dolça en un puerto de abrigo para sus embarcaciones de recreo y los llaüts de los pescadores de la zona. Entre los promotores del proyecto se encontraban el párroco Lorenzo Vanrell, Feliciano Fuster y Gabriel Estelrich. La idea fue acogida con entusiasmo, como lo demuestra el hecho de que la reunión en la que se fraguó la creación del club reunió a 150 personas en una población de 200 viviendas de veraneo. En aquel encuentro se aprobó también el reglamento que definía, entre otras cosas, los objetivos del club: ser un modelo social, cultural y deportivo.

 

PRIMEROS AÑOS

El acta fundacional lleva fecha del 26 de mayo de 1949. Muy poco después, en agosto de aquel mismo año, comenzaron las obras de construcción del puerto, dirigidas por su primer presidente, Feliciano Fuster, y sufragadas con aportaciones de los socios de entre 500 y 1.200 pesetas. Las cuotas de aquellos años se dividían en tres grupos: socios con derecho a amarre (100 pesetas), socios protectores (60 pesetas) y socios de número (2 pesetas).

Otro momento clave en la historia del club fue la legalización en 1965, por parte de la Dirección General de Puertos y Señales Marítimas, de la parcela ocupada en la zona de dominio marítimo-terrestre, que entonces consistía en un varadero, una dársena y un embarcadero. La entidad obtuvo una concesión por un periodo de 99 años. Este plazo, sin embargo, no ha llegado a cumplirse por diversas razones: en 1982, a raíz de un controvertido proyecto de ampliación, el Ministerio de Obras Públicas anuló la orden de adjudicación y en 1987 aceptó una reducción del 50% en el canon de ocupación y limitó a 40 años el periodo máximo de explotación del puerto. Para entonces, el club ya estaba en manos de una sociedad mercantil que había asumido las deudas de las obras –duramente contestadas por una plataforma vecinal– y se había hecho con el control de la instalación. Este periodo «negro», en el que la instalación cayó «en el más absoluto abandono», según recuerda quien fuera su presidente, Antoni Montserrat, y en el que el club luchó por mantener su actividad social y deportiva contra viento y marea, se prolongó durante 26 largos años.

El Club Nàutic Can Picafort resurgió de sus cenizas el 21 de septiembre de 2010. Ese día, tras un pleito que se antojaba interminable, además de incierto, cobró firmeza la sentencia que lo reconocía como único titular válido de la concesión y se inició el que podría denominarse periodo contemporáneo de la entidad.

La recuperación del puerto permitió obtener una nueva concesión de 35 años en 2018, gracias a la adaptación a la legislación autonómica portuaria, y afrontar los retos del futuro con la vista puesta en el largo plazo. Sin prisa pero sin pausa. El Club Nàutic Can Picafort, presidido y liderado por Juana Rodríguez desde 2021, se halla en estos momentos inmerso en un proceso de modernización que conlleva la reforma integral de las instalaciones portuarias y la consolidación de una estructura organizativa que permita el desarrollo de la actividad social y deportiva.

MIRANDO AL FUTURO

Los últimos tres años, resueltos por fin los problemas que habían lastrado históricamente el avance del club, han sido de un gran dinamismo. «Hemos validado la gestión gerencial, tal como exige el título habilitante, y hemos promovido una auditoría para garantizar la transparencia financiera. Estamos desarrollando un proyecto cuatrienal con objetivos anuales, presentados en las Asambleas Generales, y hemos establecido protocolos diarios de mantenimiento y seguridad. También hemos mejorado la comunicación interna para que los socios estén informados de todo lo que ocurre en el club y hemos alcanzado la plena ocupación del varadero gracias a un nuevo travelift», resume Juana Rodríguez, quien, no obstante, muestra su mayor orgullo por el incremento de la actividad social y deportiva: «La vela ligera y el crucero han tenido un gran desarrollo, con competiciones interclubs de alta participación y campeonatos de Crucero RI a nivel federativo. Los concursos de pesca atraen cada vez a más participantes y la implicación de los socios es cada vez mayor en las actividades sociales y culturales. Estoy convencida de que tenemos un club con mucho futuro y que dará que hablar positivamente los próximos años».

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